Desde 2006 en los barrios de
Villa Mitre -­ Santa Rita -­ Villa del Parque - Paternal

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Lun 13 de Mayo de 2024

Derecho a manejar como se me antoja

Muchos porteños, porteñas y habitantes del AMBA en general que transitan por la ciudad de Buenos Aires, incluidos nuestros barrios de comunas 11 y 15 lo hacen con la certeza de poseer derechos o inmunidades inalienables. Así se les puede ver obstruyendo la vereda, bajadas de garaje, sendas peatonales o conduciendo por carriles establecidos para ómnibus. La relación con el peatón, un sujeto en el que se transforman no bien abandonan el volante, en la mayoría de los casos es desafiante y soberbia. Quienes deberían ser la autoridad de aplicación dicen no saber quien debe aplicar la ley

Cómo si existiera un código a medida de las necesidades, aún circunstanciales, de cada conductor o conductora, muchos y muchas al volante reinventan las normas. Sólo así se justifica que en horas pico, mamá o papá paren en segunda o tercera fila para bajar a sus chicos en la puerta de la escuela, mientras el tránsito espera, incluidos los colectivos, que se terminen los saludos matinales o vespertinos.
Son un sinfín de infracciones cotidianas que hacen complejo caminar por algunas arterias.
Las infracciones o faltas más comunes son, además de la mencionada, obstruir la bajada para discapacitados en las esquinas, las entradas de garaje, estacionar sobre las veredas, invadir la senda para transporte público de pasajeros o estacionar en las paradas de colectivos.
La mayoría de estas infracciones afectan nuestros barrios cotidianamente, forman parte del paisaje, las naturalizamos.

El hombre estacionó obstruyendo completamente la bajada para discapacitados de Carranza y Nazca. Bajó del auto, lo trabó, se acomodó el pantalón e ingresó al local de venta de ventiladores de la ochava. 20 minutos después salió con su caja, abrió el vehículo, la guardó, se acomodó en el asiento del conductor y se fue. Qué ocurrió durante esos 20 minutos en los que eligió el nuevo ventilador para su casa es fácil de imaginar, porque la bajada de cordón de las esquinas no la usan solamente discapacitados sino mamás con carritos con bebés, personas con movilidad reducida y otras que vienen con sus carros de feria. Esta es una falta habitual, de las que componen el paisaje urbano y que a juzgar por la actitud del conductor en cuestión, formaría parte de algún catálogo de permisos especiales.

Las estaciones de servicio son otro espacio ocupado recurrentemente. Por lo menos en los barrios de Paternal, Villa del Parque, Santa Rita, Villa Mitre, si armáramos un ranking el primer puesto en ocupación de la vereda se lo llevaría por lejos la Shell de la esquina de Lascano y la Avda. Nazca. Sobre todo en los momentos previos a un aumento de combustibles, las colas se forman directamente desde la vereda obligando a los peatones a tomar la decisión de ingresar a la estación de servicios o a bajar la vereda en la avenida para poder transitar.
Dos agentes de tránsito debidamente identificadas, paradas en la vereda de enfrente a la estación, le explicaron a Hormigas y Cigarras que no era de su competencia impedir esas faltas y que tampoco sabían a quien les correspondía. La misma respuesta obtuvimos de un policía de la ciudad que cargaba combustible en su moto mientras todas, todas, las filas de las mangueras obstruían la vereda y la convertían en una competencia con obstáculos. En ambos casos nos recomendaron hacer la denuncia.

¿Por qué obstruir una salida de garaje si se pueden obstruir dos? Eso pareciera pensar el conductor que estacionó de esta forma. Este tipo de infracción es más mediática porque ha desatado días de furia en algunos vecinos que agotan su paciencia a la hora de sacar sus vehículos. Caminar por cualquiera de nuestros barrios permite armar una colección completa de este tipo de faltas en la que prácticamente ninguna cuadra se salva.

Desde hace un tiempo se ha convertido en una suerte de moda estacionar sobre la vereda. Algunos aducen problemas de inseguridad, otras y otros falta de lugares para estacionar. Lo concreto es que dejan las mismas alternativas que las estaciones de servicios, bajar la vereda para poder transitar.

Tarde de diciembre a la hora de la vuelta a casa. El 109 transita por su carril en la Avda. Córdoba. Dos autos se le tiran encima, el chofer toca bocina, bocina de colectivo, pero nada los detiene. No tiene otra alternativa que ceder el paso. Lo insultan desde abajo una conductora y un conductor. El apuro y la invasión de carril era porque iban a doblar a la derecha justo debajo del cartel que señala prohibido el giro a la derecha. Las estadísticas marcan que esta es una de las multas más caras y recurrentes. Por lo menos esta sí es una infracción reconocida por los agentes de tránsito.

Podemos sumar en el día a día otras faltas. Doblar por delante de los peatones en los semáforos, no respetar las sendas peatonales, no respetar las paradas obligando al colectivo a parar en el medio de la calle y a los usuarios a ir hasta ahí para poder tomar un ómnibus, ir cortando semáforos por las avenidas, son parte del paisaje.
Todo lo mencionado está penalizado por la ley de Faltas-451, debidamente tipificado y con la multa correspondiente asignada. Podemos decir que las multas para estas faltas van de las 100 a las 150 Unidades Fijas (UF), salvo pasar un semáforo en rojo que puede alcanzar las 1.500 UF. Cada UF tiene un valor de $21,40, según la última actualización del 8 de febrero de 2019.
Como explicaba amablemente el policía en la estación de servicio mientras cargaba combustible en su moto, es un problema que va más allá del código de faltas, es un problema cultural. “Vea, cada uno de ellos, dijo mientras señalaba y ponía nerviosos a los conductores sobre la vereda, sabe que esto que están haciendo es una falta. Y no les importa”.
HyC

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