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Dom 12 de Mayo de 2024

Este fin de semana comenzó el carnaval porteño. Los corsos fueron reducidos de 35 a 20, por lo que quedaron varios barrios sin actividad carnavalera. En Plaza Irlanda se celebró con alegría y una enorme participación familiar. Todas las murgas tuvieron palabras para denunciar lo que consideran una conducta discrecional y restrictiva de las autoridades que controlan la actividad. Las murgas brillaron en sus cuerpos de baile y en sus contenidos desde el escenario

Con un clima propicio se inició este fin de semana la actividad carnavalera en la Ciudad de Buenos Aires. Ayer, domingo 4 de febrero, la noche se presentó fresca en relación a las altas temperaturas de días anteriores y muchas familias se volcaron a disfrutar de las murgas. El escenario de la plaza Irlanda está dispuesto sobre la calle Seguí a unos 50 metros de Gaona. Durante la actividad el tránsito es desviado porque la calle se cierra desde Neuquén.

Las murgas que participaron no eludieron la situación en la que se encuentran este año. En los días previos hubo reuniones entre las autoridades encargadas de diagramar el carnaval y delegados de las murgas que infructuosamente buscaron sostener los 35 corsos del año pasado. El resultado fue estos 15 corsos con los que se cuenta este año y un comunicado que todas reprodujeron parcial o totalmente desde el escenario.

“Las murgas que creamos y sostenemos el circuito del Carnaval Porteño, que cuidamos el patrimonio cultural, nos vemos obligadas este año a desarrollar nuestra fiesta popular en 15 corsos -20 menos que en 2023- por una decisión unilateral y arbitraria del gobierno de la ciudad”, dicen en el comunicado. La razón esgrimida por las autoridades fue que estos desvíos de tránsito durante los fines de semana del mes de febrero “impiden llegar a destino”

“Anunciar como un logro el recorte y censura de los carnavales porteños es el reflejo del fracaso de nuestros gobernantes y de su política individualista que avanza sobre nuestras tradiciones. El Carnaval no es un corte de calles, es el arte popular callejero y gratuito es un espacio de inclusión y solidaridad…es la fiesta popular”, cierra el mensaje.

Como sabemos, las murgas son una expresión cultural y popular, que además incluye a vecinas y vecinos de todas las edades, principalmente a niños y jóvenes en una actividad colectiva que, por otra parte, se desarrolla durante todo el año. Detrás de cada agrupación hay vestuarios, instrumentos, decorados, elección de la música, letras, maquillaje, acompañamiento, por lo que casi siempre, toda la familia participa.

Particularmente en tiempos de crisis extrema como la que transitamos, la proximidad de los corsos significa la posibilidad de una salida cercana, que incluye precios accesibles. En el corso de la calle Seguí una hamburguesa o un choripán cuestan $1.500, igual que las nieves y las gaseosas o aguas $800. Y el espectáculo, totalmente gratuito, tiene una aceitada participación de las agrupaciones durante las cinco horas de duración de un domingo.

En el lugar se encontraba colaborando con ese corso Germán Delgado, referente de la murga estilo uruguayo La Gamur del Rioba, del barrio de La Paternal. Era portador de malas noticias para el barrio porque este año, uno de los corsos que las autoridades tacharon fue el de la calle Maturín, llevado adelante por La Gamur. “No nos autorizaron el corso, así como tampoco autorizaron el corso de La Redoblona, en ese espacio histórico que es la calle Lambaré, en las puertas de FM La Tribu. Por eso estoy colaborando acá, aportando lo que se pueda para que todo salga bien”

También señaló que ninguno de los corsos tiene los cuatro fines de semana de febrero, el máximo es tres, por lo que allí, en plaza Irlanda, el carnaval termina el 18. Desde el escenario también se pidió la colaboración de los concurrentes para no circular con latas de bebidas alcohólicas. El puesto del corso no las vende y está prohibido su consumo en el perímetro de la actividad.

Pero la procesión va por dentro, como dice el dicho popular, porque tanto los cuerpos de baile, como las propuestas desde el escenario de todas las agrupaciones que actuaron derrocharon alegría y humor mordaz y crítico al alcance de todos y todas. Para continuar con dichos populares, digamos que en sus presentaciones no dejan títere con cabeza, por lo que nos preguntamos ¿cuánto hay de sacralización de las calles en tanto y solamente como vías de comunicación y cuanto de intento de recortar el alcance de los mensajes murgueros?

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