Vértigo
Columna del licenciado Pablo Brambilla
“La velocidad con las que se dan los acontecimientos hacen que mirar una semana para atrás y si tenemos en cuenta los cacerolazos de la semana pasada, todo ocurre rapídisimo”, señaló el licenciado en Ciencias de la Comunicación, Pablo Brambilla en el comienzo de su columna.
Luego agregó que “Está funcionando muy fuerte la velocidad social en la que vivimos. Hay distintas hipótesis, distintas formas que van desde depresión hasta formas de enfermedad novedosas, que tienen que ver con formas novedosas del estrés, por ejemplo. O la influencia del celular, las nuevas plataformas, a mucha gente incluso le cuesta dormir, donde busques tenés noticias todo el tiempo”
En relación a la vuelta a conversar, compartir, charlar en la calle, en el subte, en la cola del supermercado, Brambilla entiende que “Hay como un salto en el consumo individual por un lado, digamos: la voracidad diaria se vuelve impactante, violenta, como son los medios masivos de comunicación y en torno al lucro, que suele ser individual. De ahí a pasar a un compartir con un otro, una otra, ahí me parece el salto interesante, algo que por cierto no sucedió durante muchísimo tiempo, recuerde que una de las últimas grandes movilizaciones fue simplemente recibir a la selección argentina.” Y agregó que “La falta de discursos comunes en este mundo individual de las plataformas, de los nuevos medios masivos comerciales de información, etc. nos llevan para puertos complicados para poder compartir, para poder pensar juntes.”
Respecto a hacer un seguimiento de los discursos mediáticos, reflexionó sobre la imposibilidad material de realizar un seguimiento, dado el mismo vértigo y la voracidad con la que se manejan y afirmó que “A cada uno, cada una, le afectan distintos discursos. A mí me afectaron mucho estos que tiene que ver con que “la libertad es la represión”, casi orwellianamente, la libertad es la represión de quienes quieran manifestarse, por ejemplo o la libertad es la superioridad del más fuerte. Me asombra el discurso violento presidencial acusando al que no esté de acuerdo de sádico, me excede. Escuchar estos discursos con tanta violencia y en términos de superioridad, me preocupa. Hay una suposición de que hay un discurso superior al de otros y eso presenta un gran problema, porque es sembrar la violencia.”
Sumando desigualdad
“Nos presentan un discurso peligroso también cuando insisten en que lo más importante es el dinero y ahí están nuevamente invirtiendo los problemas que tenemos. Los problemas son lo que nos pasa a las personas, no el dinero (…) Me resultó muy violento también el discurso de avaricia: no hay plata…no hay plata para vos gil, que laburas todo el día, Ahora, no es lo mismo que dijo Elsztain, no es lo mismo que dijeron los grandes empresarios que dicen “ahora vamos a tener mucha más plata que las que nos están dando los otros”. La hiper concentración de la economía, que ya venía sucediendo en los últimos ocho años y desde antes también, esa desigualdad que ya se venía dando, esto la supera con creces”, sumó Pablo Brambilla en su análisis
Otros aspectos en la violencia de los discursos refieren al consumo y mostró la otra cara de una misma moneda: “Me resultó muy violento también, eso de que estábamos mejor porque podíamos consumir. Ahí está la otra vertiente de “la plata”. O el Estado es cuidadano o anulen la crítica porque si no le haces el juego a la derecha y a la izquierda mía está la pared…”
Finalmente, el sonido de las cacerolas, que comenzaron el martes pasado y se volvieron eco durante la semana en varios puntos del AMBA, retrotrajo a Pablo a otros momentos de la historia reciente en el que las cacerolas marcaron el ritmo de la resistencia. Una resistencia con propuestas en las que algunas prosperaron y otras terminaron fagocitadas por las instituciones. Agradecemos a Pablo Brambilla este recuerdo y sus conceptos, así como le agradecemos su presencia reconfortante en las distintas etapas radiales que transitamos.
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